El destornillador es para mi la herramienta por antonomacia. Para muchos otros será el martillo, y estoy seguro que más de un sibarita sofisticado y refinado encontrará en la llave inglesa la extensión perfecta en fuerza y versatilidad a su mano.Pero para mi, es el destornillador.
¿Por qué? Porque es sádico. Porque es doloroso. Porque no es inmediato y requiere destreza fina más allá de la consecución del hecho de atornillar.
Cualquier puede agarrar un martillo y dar golpes a diestra y siniestra encontrando el fin en cada porraso.
Con el martillo lo más importante es no clavar de más o de menos… y algunos perfeccionistas encontrarán justificativo en agregar que no se doble el clavo.
Pero lo mismo ocurre con el destornillador y sus tornillos, sólo que como herramienta más sofisticada, permite deshacer parte del trabajo sin dañar el material de obra y sin dejar rastro pausible de su incursión.
Pero este post no es sobre el destornillador, el tornillo que es atornillado o mi sadismo; es sobre saber usar la herramienta. La mayoría de las personas realizan trabajos y labores, más sin embargo no siempre en sus actividades emplean apropiadamente las herramientas que tienen. O al menos no las explotan tanto como éstas tienen potencial de ser utilizadas.
No tiene sentido pensar que dándosele a un individuo con ciertas capacidades técnicas una mejor herramienta, se podrá obtener induscutiblemente un mejor trabajo, más si se considera primero que lo que se busca que realice lo puede a bien hacer con la herramienta anterior. Lo importante a veces no es la herramienta, sino efectivamente determinar si nuestro individuo sabe hacer lo que se le pide con la calidad que se espera.
Las herramientas son instrumentos místicos, que deben ser empleados por los conocedores en el arte de su uso. Cualquier lego no es más que un inepto caducor de las habilidades de la pieza que prentende usar, y ofende por tanto a su artífice como a su contratador. Debemos usar las herramientas al máximo de sus capacidades, y sólo pedir nuevas herramientas cuando diuchas capacidades sean exididas, no por la herramienta, sino por la mano que la usa.
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